Nestor Kichner

"No habrá cambio confiable si permitimos la impunidad. Rechazamos de plano la identificación entre gobernabilidad e impunidad que algunos pretenden".N.K.

lunes, 17 de octubre de 2011

17-10-1945 El subsuelo de la Patria sublevada - Scalabrini Ortiz



“Es increíble y hasta admirable el poder de persuación y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado. El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje a quien no puede calificarse sino con la ignominia de su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco Central y presidente de la Cade, entidad financiera que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios”.

"La oligarquía vitalizada reflorecía en todos los resquicios de la vida argentina. Los judas disfrazados de caballeros asomaban sus fisonomías blanduzcas de hongos de antesala y extendían sus manos pringadas de avaricia y de falsía. Todo parecía perdido y terminado. Los hombres adictos al coronel Perón estaban presos o fugitivos. El pueblo permanecía quieto en una resignación sin brío, muy semejante a una agonía”.

"Con la resonancia de un anatema sacudía mi memoria el recurso de las frases con que hace muchos años nos estigmatizó al escritor Kasimir Edschmidt. "Nada es durable en este continente, había escrito. Cuando tienen dictaduras, quieren democracias. Cuando tienen democracia, buscan dictaduras. Los pueblos trabajan para imponerse un orden, articularse, organizarse y configurarse, pero, en definitiva, vuelven a combatir. No pueden soportar a nadie sobre ellos. Si hubieran tenido un Cristo o un Napoleón, lo hubieran aniquilado"”.

"Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.

"Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.

"Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

"Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad. Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de la Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor mecánico de automóviles, la hilandera y el peón. Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la Nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nueva idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulos. Era el de nadie y el sin nada en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía: Perón."

El Observa



sábado, 1 de octubre de 2011

Libertad de Prensa-Libertad de Información o Libertad de Expresión

En momentos en que los medios hegemónicos construyen realidades sesgadas, o existen casos de censura previa como en el caso de la serie el Pacto, o se manipulan las redes sociales para que se deje en evidencia que mienten, o un funcionario como el Ministro de Interior se le falta el respeto en una conferencia de prensa; hay quienes creen o quieren hacer creer que la libertad de prensa, la de expresión y de información, es lo mismo comparto este testimonio que data de 2008 y parece escrito en nuestro Pais.

"Lamentablemente se confunde la libertad de prensa o la libertad de información, con libertad de expresión" y es interesante dilucidarlo a propósito de la celebración Día Mundial de la Libertad de Prensa que se conmemora el 3 de mayo, explicó el catedrático e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO-Ecuador, Mauro Cerbino. El comunicador intervino en el Foro - Conferencia que analizó la libertad de prensa en la Región Andina.

Para el investigador, "resulta curioso que los actores que reclaman por problemas relacionados con la libertad de expresión sean precisamente los medios de comunicación", y son los medios los primeros en confundir aunque no de mala fe la libertad de expresión con la libertad de prensa, dijo, al agregar que los medios de comunicación que aparecen "como los paladines de la defensa de libertad de expresión y muy poco aparece lo de la libertad de prensa, y la libertad de expresión es muy distinto de la libertad de prensa", aclaró.

Según explicó, "la libertad de expresión tiene que ver con cada uno de nosotros, y con el derecho que tenemos de contar con las condiciones adecuadas para expresarnos libremente opiniones, contenidos en espacios públicos o en espacios privados; pero una cosa muy distinta es la libertad de información, que se refiere a alguien que produce contenidos pero que no son simples expresiones, porque la información y opinión periodística crean realidades que nos obligan a hablar de esos contenidos que objetivizan realidades". Entonces la diferencia radica en que cuando nos expresamos libremente no "estamos obligando a nadie a conversar sobre lo que decimos, pero con los medios sucede una cosa distinta", agregó.

Cerbino aclaró, además que otra diferencia que casi puede mostrar a la libertad de expresión con la libertad de información o de prensa como opuestos tiene que ver con la responsabilidad de quien genera una opinión o información, tras explicar que la expresión personal que se hace en una conversación se queda en ese pequeño círculo, pero que en cambio es distinta la responsabilidad del periodista o del medio cuando genera una información. "Es una responsabilidad que tiene directa relación con las consecuencias o las implicaciones que esos contenidos puestos en circulación por el periodista o el medio van a tener en cada uno de nosotros", dijo.

Las reacciones a los contenidos de los periodistas o de los medios dependerá de los enfoques ideológicos o políticos, pero que la responsabilidad es distinta entre la expresión personal que la información periodística porque ella repercutirá en toda la colectividad. "Por tanto se trata de una responsabilidad que tiene que ver con el espacio público, con una relevancia pública", subrayó.

Amenazas a la libertad de prensa

Al referirse a las amenazas a la libertad de prensa, Cerbino dijo que el mismo hecho de que se reflexione sobre la libertad de prensa da a entender que esa libertad enfrenta amenazas. "Generalmente tenemos la tendencia a creer que la más grande amenaza a la libertad de prensa proviene del poder público, como se da en efecto en sociedades dictatoriales en donde se da una censura previa, fuerte y tajante, aunque también puede registrarse en sociedades no dictatoriales o democráticas".

Pero a más de ello hay otras amenazas externas a los medios, así como amenazas internas, dijo, tras precisar que la amenaza externa a los medios es la concentración de medios, es decir grupos que detentan a la vez varios medios, la cual representa la amenaza más importante a la libertad de prensa, porque no habrá diversidad.

Una verdadera libertad de prensa solo se dará en la medida en que hayan diversidad de medios que presenten no una sola verdad que responda a un determinado grupo y que todos los medios repitan lo mismo o las mismas interpretaciones de distintos acontecimientos, sino que haya una pluralidad de voces, agregó el investigador de la FLACSO.

Pero adicionalmente, otra amenaza a la libertad de prensa tiene que ver con una cuestión interna de los medios que es la "autocensura", dijo Cerbino, que se evidencia cuando un periodista o los medios ocultan o invisibilizan determinados contenidos. Pero además se debe hablar de una autocensura de la metodología y de la práctica del ejercicio periodístico para generar información, que se da cuando todos los periodistas acuden a la misma fuente, o cuando utilizan los mismos mecanismos para generar la información, con los criterios de inmediatez, de extraordinaridad, de primicia, que responden a un momento que ya pasó, enfatizó.

Hacen falta nuevas y diversas visiones de un hecho informativo y diferente forma de ejercer el periodismo, precisó Cerbino.




sábado, 10 de septiembre de 2011

Un nuevo modelo de pareja política - León Rozitchner

Un nuevo modelo de pareja política
Por León Rozitchner

Néstor Kirchner no hizo, es cierto, la revolución económica que la izquierda anhela: inauguró –nada menos– una nueva genealogía en la historia popular argentina: “Somos hijos de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo”, nos dijo, abriendo los brazos de una fraternidad perdida. Fue capaz de hacer reverdecer un lugar en el espacio político que, según es pensable, los hombres les debemos a las madres, al menos a las de la primerísima infancia, sin las cuales el anhelo de una vida feliz no hubiera sido posible. Viniendo desde el horror que los asesinos habían marcado en el cuerpo de cada argentino, abrió el lugar a una Justicia que no venía sólo del derecho: venía desde ese “otro derecho” que es un orden previo a la ley que la violencia sostiene, engendrado desde el cuerpo amoroso de las Madres, no del cuerpo del Estado y del Padre Terrible. Esa es desde entonces nuestra nueva ascendencia política. Había que tener, para hacerlo, una fuerza afectiva y un coraje que venía desde más abajo y desde algo más profundo para hacer reverdecer en el cuerpo de la ciudadanía aterrada una imagen de cobijo y de vida (que quizás ya esté madurando sus frutos en el campo político). En esa dramatización sintética con la cual Kirchner inicia su gobierno –la Ultima Escena– dos modelos de Argentina se enfrentan y uno de ellos triunfa cuando la efigie del jefe de los asesinos es bajada a tierra. Podemos decir que fueron las Madres y las Abuelas, todas figuras femeninas, aquellas que en medio del horror implacable, y sólo por salvar a los hijos que habían engendrado, inauguraron un nuevo espacio político –el espacio del amor generoso materno en el campo patriarcal impiadoso–. Las Madres despiertan en casi todos nosotros la promesa de una felicidad perdida que quedó grabada en el fondo del alma. Esas son ahora las premisas históricas y colectivas de nuestro recomienzo: parten desde donde las madres procuran al hijo su cobijo, allí cuando ellas le dan todo sin pedirle nada, por amor al arte, sin equivalentes, ese orden amoroso donde se inicia espontáneamente el derecho a la vida (tan contradictorio y opuesto al capitalismo) y que ese sea el lugar ensoñado de una “vida feliz” que todos –desde San Agustín a Marx– le reconocen a la primera infancia, como si ella relampagueara siempre en un instante de desesperanza. Y es lo que la derecha no podía imaginar siquiera que le pasara a tanta gente cuando muere Kirchner. No entienden a éstas, nuestras madres que lloran con Cristina la muerte de un hombre que por lo menos no quiso ser déspota: que tenía algo de madre y de femenino en su destartalada estampa. Por algo los blancos pañuelos de las Madres fueron el sudario que cubría los restos de Néstor.

Intentemos leer lo que nos está pasando desde esta otra perspectiva, que por incluir lo llamado “subjetivo”, donde el afecto y lo imaginario abren de nuevo la Primera Escena primordial, no es menos material, social y política. Sería deseable que para pensar la política nosotros también bajemos a tierra para buscarla desde nuestro personal origen. El hombre y la mujer, cuando sus cuerpos en verdad se aman y se compenetran, intercambian las figuras de los amores que los hicieron nacer a la vida como semejantes en la diferencia. Así también se hicieron los Fernández-Kirchner: un modelo de pareja humana que corrige y amplía a la pareja del primer peronismo, donde Evita sumisa proclamaba la necesaria adoración al hombre que la había escogido sacándola de la turbiedad de las candilejas porteñas. Ella era sólo el complemento sumiso: hacía por caridad cristiana, para ayudarlo, lo que Perón hacía por ley del Estado, mientras les pedía a los descamisados que lo amaran al Coronel con la misma devoción femenina –no materna– con que ella lo amaba. El, hombre-hombre por un lado, ella mujer-sumisa-amorosa y devota por el otro.

Cristina Fernández es una mujer que se unió a un hombre desde otro lugar corporal histórico: donde el encuentro de la heterogeneidad de los sexos en la militancia temprana no se impuso como sumisión, sino como igualdad dentro de esa diferencia. Seamos objetivos: ambas son dos modelos que una misma matriz política engendra. Cristina no es más buena ni más mala que Evita: es una mujer histórica distinta, aunque algo las una y otro algo las separe. Cristina es un animal político femenino en pie de igualdad con el animal político masculino de su marido Néstor, cosa que no pasaba con Perón y Evita. Ocupa un rango superior a Evita en la escala de Richter de la evolución femenina. Aquí las diferencias no se contraponen, sino que se complementan, como se complementan los cuerpos que al amarse se unen. De allí surge, desde muy abajo, otro modelo político –tiránico o acogedor, según sea la cifra– en los representantes del poder colectivo en el gobierno. Y por eso también desde allí surge ese odio nuevo, tan feroz y mucho más intenso, que se apoderó de gran parte de nuestras clases media y alta argentinas.

Por eso, tantas mujeres sumisas y ahítas de alta y media clase, tan finas y delicadas ellas, no nos ahorran sus miserias cuando se muestran al desnudo al dirigirle sus obscenas diatribas: no ven lo que muestran. Son mujeres esclavas del hombre que las ha adquirido –o ellas lo hicieron– y al que se han unido en turbias transacciones, donde el tanto por ciento y las glándulas se han fusionado en una extraña alquimia convertida en empuje que llaman “amoroso”. La envidian a Cristina desde lo más profundo de sus renunciamientos que el amor “conyugal” exige pero no consuela. Cristina las pone en evidencia a todas: se han quedado, sin jeans que las ciñan, con el culo al aire. Ella tiene, teniendo lo mismo o más de lo que ellas tienen, lo que a todas juntas les falta. Pero saben que tampoco podrían nunca llegar a tenerlo. Por eso, ellas no la envidian: la odian como a una traidora de clase –de clase de mujeres, digo–. La han cubierto de insultos y desprecios: de las ignominias más abyectas que nunca vi salir antes de esas boquitas pintadas de servil encono. Cristina las pone fuera de quicio. Esto también constituye el suelo denso y material de la política, tan unido a la lucha de clases entre ricos y pobres. Ellas también son el resultado de la producción capitalista de sujetos en serie: mercancías femeninas con formas humanas, con su valor de uso y su valor de cambio.

¿Y del odio de sus maridos? De esos machos viriles que ven en Cristina, mezclados con sus maduros atractivos femeninos que les hacen cosquillas desde el cerebro hasta sus partes pudendas, a esa mujer que un flaco feo y bizco ha conquistado, no se la tragan. Primero los humilla que sea el suyo un tipo de mujer que nunca ni siquiera podría posar en ellos su mirada, y que los supera con su inteligencia. Segundo, y como consecuencia, ven avanzar el peligro en la amenaza de un modelo femenino que termine con la sumisión de sus mujeres en las cuales ellos han invertido tanto: toda una vida de negocios turbios y de duro trabajo de oficinas, de atender la clientela, de contar ganado o hectáreas de soja, y de groups financieros para poder “mantenerlas”, como si de amor se tratara esa transacción que los sigue minando por lo bajo y los hace sentir tan vacíos e impotentes y adictos al Viagra. Sienten en la figura femenina desafiante de Cristina –aunque exageren– la revolución en marcha.

¿No ven todos ellos en el nuevo modelo de mujer que Cristina Fernández les ofrece, un desafío, un estado de insubordinación y hasta de guerrillerismo cuando de la liberación de las mujeres y la amenaza del orden amoroso materno alcanza la política? La “seguridad” por la que todo lo establecido clama –desde la CIA y hasta los inversionistas–, ¿no será la que también alimenta la inseguridad de la pareja pequeño y gran burguesa, por más plata que tengan, esa corriente nueva que desciende incontenible como agua turbia que todo lo arrastra, hasta alcanzar el campo de la política que cruje entonces ahora tanto desde abajo como desde arriba? Los hombres honestos y las fieles mujeres y felices estamos en peligro, nos gritan implorando y añorando el terror de las fuerzas represivas: se mueren de miedo. Y ahora, como antes con Evita y ahora con Néstor, prolongando a los asesinos saludan y dan vivas al cáncer y al infarto. Gritan, frente al enemigo, “viva la muerte”, como aquel general franquista durante la guerra civil española. Sienten el peligro, forman un solo bloque con sus hombres: no quieren perder nada.

Si les preguntáramos a muchos de nuestros políticos ¿en qué ha quedado convertida la figura de la madre que les dio la vida?, los hechos contestan. Entre la madre de la infancia y las mujeres, la codicia y el dinero se han interpuesto. Algunos ya no van de putas porque tienen plata, compran las “modelos” y las tienen ahora en casa. Este también es un “modelo” político de la pareja humana en el capitalismo.

Y aquí es entonces cuando volvemos a Cristina Fernández, que no es sólo “de” Kirchner. Es nuestra Presidenta –¿para muchos, acaso, una “madre política”?– que, sobre la estela de nuestras Madres, ha asumido un modelo fraternal distinto en su ser mujer política. Por eso es que quizás tanta gente ve en ella lo que ninguna otra mujer en nuestra escena actual (ni tampoco casi ningún hombre) ha sido capaz de suscitar en nuestra última historia. Quizás el orden amoroso pueda llegar por nuestro afecto y nuestra memoria, ese que venciendo el terror las Madres y Abuelas han abierto para la ciudadanía, a convertirse en la premisa sensible de una nueva voluntad y de un nuevo razonar político: que se abra en la democracia el acogimiento y el fervor de las madres de nuestra primera infancia. Quizás ella con nuestro apoyo logre prolongarlo y, al hacerlo, nuestras propias fuerzas de hombres que recuperan su origen al sostenerla se ahonden. Para sostenerla con nuestro cuerpo sensible del cual el Espíritu Santo nos había despojado de nuestras madres carnales al reemplazarlas con una Madre postiza: exangüe, melancólica y virgen.

Con las nuevas madres y abuelas argentinas ha vuelto a ocupar la escena política esa primera mujer-madre corporal, gozosa y generosa, que todos –hombres y mujeres– hemos tenido para poder llegar a la existencia y ahora a la vida política de la que el terror de Estado nos había distanciado. Es nuestro propio fundamento más hondo el que ha reverdecido con ellas. Quizá la política necesite ahora el apoyo de todos nosotros desde más adentro y desde más abajo. Porque Cristina Fernández-Kirchner ha prolongado y asumido como mujer-madre, y con el hombre que fue su marido, un nuevo modelo social de pareja política. No es poco para recuperar el origen materno del imaginario colectivo que busca una sociabilidad distinta. De todos modos, habremos ahondado un lugar nuevo y más fuerte si, para defendernos, la defendemos: no nos queda otra. Y no he sido ni soy, por eso, “kirchnerista”.



martes, 14 de junio de 2011

Feliz cumpleaños Comandante



El estímulo moral, la creación de una nueva conciencia socialista, es el punto en que debemos apoyarnos y hacia donde debemos ir, y hacer énfasis en él.
El estímulo material es el rezago del pasado, es aquello con lo que hay que contar, pero a lo que hay que ir quitándole preponderancia en la conciencia de la gente a medida que avance el proceso. Uno está en decidido proceso de ascenso; el otro debe estar en decidido proceso de extinción. El estímulo material no participará en la nueva sociedad que se crea, se extinguirá en el camino y hay que preparar las condiciones para que el tipo de movilización que hoy es efectiva, vaya perdiendo cada vez más su importancia y la vaya ocupando el estímulo moral, el sentido del deber, la nueva conciencia revolucionaria.
Discurso en la textilería Ariguanabo
24 de marzo de 1963

Que tenga un feliz cumpleaños Comandante, le escribo estas lineas porque Ud. esta siempre presente en nosotros, Ud. no es una remera, o un poster, o una vincha, o cualquier otro lugar común, Ud. es una bandera de lucha, de ideologia, de libertad, de coherencia. Sabe como cambio nuestro pais Comandante, creo que le hubiera gustado mucho, hasta hay un cuadro suyo en el Salon de los Patriotas Latinoamericanos de la Casa Rosada, y pensar que hace muchos años voltearon a un presidente solamente por hablar con Ud., Latinoamérica tambien esta cambiada, los pueblos están mas hermanados, se levantan ideales de los cuales Ud. hablaba hace mucho tiempo, y no han perdido vigencia, por el contrario cobraron vigor dado que el otro sistema imperante esta agotado. Recuerdo cuando nos dejo fisicamente para vaya a saber a que pueblo oprimido fue a rescatar, el General dijo hoy se fue el mejor de los nuestros.
Bueno Comandante, en este dia fumese un puro, tomese un ron, una ginebra, un vino o simplemente un mate, siempre lo recordaremos.
Por ultimo le dejo unas palabras que escribió sobre Ud.cuando nos dejo, Rodolfo Walsh, que era conocido suyo.


Ernesto "Che" Guevara
Autor: Rodolfo Walsh. Buenos Aires, Octubre de 1967.
¿Por quién doblan las campanas? Doblan por nosotros. Me resulta imposible pensar en Guevara, desde esta lúgubre primavera de Buenos Aires, sin pensar en Hemingway, en Camilo, en Masetti, en Fabricio Ojeda, en toda esa maravillosa gente que era La Habana o pasaba por La Habana en el ’59 y el ’60. La nostalgia se codifica en un rosario de muertos y da un poco de vergüenza estar aquí sentado frente a una máquina de escribir, aun sabiendo que eso también es una especie de fatalidad aun si uno pudiera consolarse con la idea de que es una fatalidad que sirve para algo.
Lo veo a Camilo, una mañana de domingo, volando bajo en un helicóptero sobre la playa de Coney Island, asomándose muerto de risa y la muchedumbre que gozaba con él desde abajo. Lo oigo al viejo Hemingway, en el aeropuerto de Rancho Boyeros, decir esas palabras penúltimas: "Vamos a ganar, nosotros los cubanos vamos a ganar". Y ante mi sorpresa: "I´m not a yankee, you know".
Interminablemente veo a Masetti en las madrugadas de Prensa Latina, cuando ya se tomaba mate y se escuchaba unos tangos, pero el asunto que volvía era el de esa revolución tan necesaria, aunque hoy se presenta tan dura, tan vestida con la sangre de la gente que uno, admirado, simplemente quiso.
Nunca sabíamos en Prensa Latina, cuándo iba a venir el Che, simplemente caía sin anunciarse, y la única señal de su presencia en el edificio eran dos guajiritos con el glorioso uniforme de la sierra, uno se estacionaba junto al ascensor, otro ante la oficina de Masetti, metralleta al brazo. No sé exactamente por qué daban la impresión de que se harían matar por Guevara, y cuando eso ocurriera no sería fácil.
Muchos tuvieron más suerte que yo, conversaron largamente con Guevara. Aunque no era imposible ni siquiera difícil yo me limite a escucharlo, dos o tres veces, cuando hablaba con Masetti. Había preguntas por hacer pero no daban ganas de interrumpir o quizá las preguntas quedaban contestadas antes de que uno las hiciera. Sentía lo que él cuenta que sintió al ver por única vez a Frank País: sólo podría precisar en este momento que sus ojos mostraban enseguida el hombre poseído por una causa y que ese hombre era un ser superior. Yo leía sus artículos en Verde Olivo, lo escuchaba por TV: Parecía suficiente, porque Che Guevara era un hombre sin desdoblamiento. Sus escritos hablaban con su voz, y su voz era la misma en el papel o entre dos mates en aquella oficina del Retiro Médico.
Creo que los habaneros tardaron un poco en acostumbrarse a él, su humor frío y seco, tan porteño, debía caerles como un chubasco. Cuando lo entendieron, era uno de los hombres más queridos de Cuba.
De aquel humor se hacia la primera víctima. Que yo recuerde, ningún jefe de ejército, ningún general, ningún héroe se ha descrito a sí mismo huyendo en dos oportunidades. Del combate de Bueycito, donde se le trabó la ametralladora frente a un soldado enemigo que lo tiroteaba desde cerca, dice: "mi participación en aquel combate fue escasa y nada heroica, pues los pocos tiros los enfrenté con la parte posterior del cuerpo". Y refiriéndose a la sorpresa de Altos de Espinosa: "no hice nada más que una retirada estratégica a toda velocidad en aquel encuentro". Exageraba él estas cosas, cuando todos sabían que acaba de recordar Fidel que lo difícil era sacarlo del lugar donde hubiera más peligro. Dominaba su vanidad como el asma.
En esa renuncia a las últimas pasiones, estaba el germen del hombre nuevo que hablaba.
Guevara no se proponía como un héroe: en todo caso, podía ser un héroe a la altura de todos. Pero esto, claro, no era cierto para los demás. Su altura era anonadante: resulta más fácil a veces desistir que seguirlo, y lo mismo ocurría con Fidel y la gente de la Sierra. Esta exigencia podía ponernos en crisis, y esa crisis tiene ahora su forma definitiva, tras los episodios de Bolivia.
Dicho más simplemente: nos cuesta a muchos eludir la vergüenza, no de estar vivos porque no es el deseo de la muerte, es su contrario, la fuerza de la revolución, sino de que Guevara haya muerto con tan pocos alrededor. Por supuesto, no sabíamos, oficialmente no sabíamos nada, pero algunos sospechábamos, temíamos. Fuimos lentos, ¿culpables? Inútil ya discutir la cosa, pero ese sentimiento que –digo- está, al menos para mí y tal vez sea un nuevo punto de partida.
El agente de la CIA que según la agencia Reuter codeó y panceó a cien periodistas que en Valle Grande pretendían ver el cadáver, dijo una frase en inglés: "awright, get the hell out of here".
Esta frase con su sello, su impronta, su marca criminal, queda propuesta para la historia. Y su necesaria réplica: alguien tarde o temprano se irá al carajo de este continente. No serán los que nacieron en él. No será la memoria del Che.
Que ahora está desparramado en cien ciudades entregado al camino de quienes no lo conocieron.


El Observa

martes, 7 de junio de 2011

Día del Periodista-Rodolfo Walsh

En este día del periodista, Felicidades para aquellos trabajadores sin comisiones internas, para aquellos pocos con convicciones, con coherencia, para aquellos que son laburantes de los monopolios, aquellos que son militantes tanto de izquierda como derecha.

No incluyo a los mercenarios disfrazados de progre, mercenarios disfrazados de centro y derecha, a los estúpidos oportunistas que dicen que investigan, a los golpistas, a los que ejercen la libertad de empresa, a los que se enriquecieron en la década de los 90 y no se sabe como.

Para los primeros les transcribo esto que escribió Felipe Pigna sobre El gran Periodista militante que fue Rodolfo Walsh.

¿Quién fue Rodolfo Walsh? ¿Un periodista, un escritor, un militante, un intelectual que fue más allá de ese papel? "Fui lavacopas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo", decía él, queriendo alivianar esa imagen deshumanizada con la que se mira a los grandes humanos.

Sin embargo, para entender la vida de Walsh es necesario dividirla en dos partes. “Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola, descubrí, además de mis perplejidades íntimas, que existía un amenazante mundo exterior", dijo el hombre, refiriéndose al libro que inició el movimiento periodístico-literario de la novela testimonial.

“Después de la frustración por la impunidad de la que gozaron los autores de los fusilamientos, Walsh ya no piensa en pedir justicia, sino observar que, además de permitir obtener datos y establecer la mecánica de sucesión de ciertos hechos, la investigación se ocupa de hechos límites que movilizan y ponen en cuestión compromisos, actos, ideas. La masacre de José León Suárez fue la perfecta culminación de un sistema; el caso Rosendo García desnuda la esencia del vandorismo; el asesinato de Satanowsky proyecta luz sobre el funcionamiento de los servicios de informaciones y su conexión con los grandes diarios”, dirá Osvaldo Aguirre

Walsh se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y estuvo interno en una congregación de curas también irlandeses. "Tengo una hermana monja y dos hijas laicas", se reía. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y como corrector de pruebas, y a los 20 comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, Variaciones en rojo, con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.

Cuando se produjeron los fusilamientos de José León Suárez, Walsh estaba trabajando en la compilación de cuentos de la Editorial Hachette. Una tarde de 1956, jugando al ajedrez en un bar de la Plata escuchó la frase "Hay un fusilado que vive". Nunca se le fue de la mente. A fines de ese año, comenzó a investigar el caso con la ayuda de la periodista Enriqueta Muñiz, y se encontró con un gigantesco crimen organizado y ocultado por el Estado. Walsh decidió recluirse en una alejada isla del Tigre con el seudónimo de Francisco Freyre, y con la única compañía de un revolver. El 23 de diciembre Leonidas Barletta, director de Propósitos, denunció, a pedido de Walsh, la masacre de José León Suárez y la existencia de un sobreviviente, Juan Carlos Livraga.

El resto es historia conocida.

Walsh en Cuba

Antes de partir a Cuba, publicó el Caso Satanowsky, en donde evidenció que matones de la SIDE asesinaron al abogado Marcos Satanowsky debido a oscuros intereses en torno a la propiedad del diario La Razón. En la investigación dio con los culpables.

En Cuba fundó la agencia Prensa Latina junto con su colega y compatriota Jorge Masetti. Había decidido que no sería nunca más un simple observador privilegiado del mundo, sino que quería formar parte activamente de él: como jefe de Servicios Especiales en el Departamento de Informaciones de Prensa Latina, usó sus conocimientos de criptógrafo aficionado para descubrir, a través de unos cables comerciales, la invasión a Bahía de Cochinos, instrumentada por la CIA.

A Cuba fue Walsh a respirar un poco de aire libre. Sus experiencias amorosas con prostitutas cubanas fueron para él también actos de liberación. "... Después de vestirnos le digo ‘¿cuánto es?’, porque ella tiene que seguir trabajando y ella dice ‘lo que quieras’. Pero cuando le doy cinco pesos se sonríe un poco y dice ‘¿tan poco?’. Entonces invento cualquier argumento, porque no estoy resuelto a darle más, porque ahora no quiero ser engañado, ya la jauría del remordimiento y la vergüenza galopa a mis espaldas. Apenas salimos me desahogo de ella lo más pronto que puedo, y es entonces cuando empiezo a preguntarme si me habrán visto, si ella era linda o era un monstruo, y qué habrían dicho en la agencia si me vieran con una muchacha tan negra. Sí, me siento culpable de este gran acto de liberación..."

Walsh escritor

Rodolfo Walsh tuvo una tortuosa relación con la literatura, luego de haberse definido como marxista. “Soy lento, he tardado quince años de pasar del mero nacionalismo a la izquierda.” Después de publicar ¿Quién mató a Rosendo?, dijo: "las cosas cambiaron realmente en 1968, cuando la política lo ocupó todo. Entonces empecé a ser un escritor político. Mis ideas sobre la novela han cambiado".

A Walsh le faltaba la novela para consagrarse como escritor. Pero después de Operación Masacre y de su estadía en Cuba, decidió que ya en Argentina no podía desvincularse la literatura de la política. Él ya había decidido. "Empiezo a asimilar lo básico del marxismo y mi nivel de conciencia es hoy bastante mayor. No aceptaría hoy incluir una cita de un bufón como Manucho (Manuel Mujica Láinez) en la contratapa de un libro (se refiere a Un kilo de oro) ni vacilaría en rechazar una beca en USA, etc."

La novela era, para Walsh, algo así como la representación de los hechos. "Yo prefiero su simple presentación. (...) ¿Eso quiere decir que la novela es lo difícil de decir, lo que se resiste a ser dicho? ¿Lo que me compromete más a fondo? Otra variante que he pensado es que la novela es la última forma del arte burgués, y por eso ya no me satisface".

Ese mismo año, en Madrid, Perón le presenta a Raimundo Ongaro, Secretario General de la CGT de los Argentinos, y el 1º de mayo aparece el semanario CGT, que funda y dirige por expreso pedido de Perón. En 1969 empieza a militar en el Peronismo de Base. "No le entiendo nada -dijo Ongaro luego de leer unos escritos suyos- ¿Escribe para los burgueses?" "Me molestó porque sé que tiene razón", escribió Walsh, luego de este hecho.

Walsh militante

En 1973 comenzó a militar en la organización Montoneros con el grado de Oficial 2° y el alias de Esteban. Creó un sector del Departamento de informaciones de Montoneros y fue su responsable. Junto a su amigo, el poeta Francisco Paco Urondo, participa como fundador y redactor de Noticias. Este diario presentaba los puntos de vista de Montoneros. A principios de 1974, dejó constancia por escrito de sus diferencias de concepción, tácticas y estrategia con la cúpula de Montoneros, en un último intento de cambiar el rumbo, que, de seguir así, llevaba a una segura derrota. No fue escuchado. "Nosotros le decíamos traidores a ellos, a los Vandor, a los Matera, a los Remorino. Pero los traidores éramos nosotros. Porque Perón siempre los apoyó a ellos."

Bajo el golpe de Estado encabezado por Jorge Videla, creó la Agencia Clandestina de Noticias (ANCLA). "Reproduzca esta información, hágala circular por los medios a su alcance: a mano, a máquina, a mimeógrafo, oralmente. Mande copias a sus amigos: nueve de cada diez las estarán esperando. Millones quieren ser informados. El terror se basa en la incomunicación. Rompa el aislamiento. Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad. Derrote el terror. Haga circular esta información."

El 29 de septiembre de 1976 murió en un enfrentamiento su hija Vicki. Tenía 26 años, una hija y era militante de Montoneros. Murió también su amigo Paco Urondo en Mendoza, perseguido por fuerzas militares conjuntas.

El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura, envió su famosa Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar a las redacciones de los diarios. Nadie la publicó. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16.00, Walsh fue secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa versión Rodolfo debía ser tackleado por el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento. Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo. A fines del ’77 ese hombre fue galardonado con una medalla en una ceremonia secreta de la ESMA.

El 25 de marzo de 1977 asesinaron al hombre que decidió para siempre ser "fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles".



El Observa

martes, 24 de mayo de 2011

El dia de la escarapela

Hace un año se realizaban los festejos del bicentenario que produjeron un quiebre, pero creo yo, no como piensan muchos de la relación del pueblo con el gobierno, pienso que el hecho es el quiebre donde al pueblo como nunca antes hacia caso omiso a los formadores de opinión. Asistimos a la mayor fiesta popular que allá tenido nuestro país, sin que medie el deporte, una visita papal, etc., la gente era esta vez protagonista de este festejo multitudinario.
Las conquistas sociales obtenidas por los Gobiernos de Nestor y Cristina nos permitieron ver como desde antes, de a poco iba creciendo el romance entre el gobierno y su pueblo.
Todos sabemos lo que se logro y lo que falta, pero para que tengamos dimensión les dejo esta contratapa de Pagina 12 escrita por el gordo Osvaldo Soriano en 1992, quizás si estuviera entre nosotros diríamos que es un pingüino mas.

El día de la Escarapela

Los fervores de mayo se han apagado hace mucho tiempo, pero las voces de la Revolución abortada todavía están ahí y reclaman lo mismo de entonces: libertad, justicia, igualdad, independencia. ¿Son utopías? ¿Asignaturas pendientes? No importa el nombre que se les dé. Son deudas que tenemos con nosotros mismos. Nada de patrioterismo mesiánico ni de nacionalismo venal: sólo la insistencia en construir, algún día, una patria en la que sus habitantes puedan sentir que están buscando lo mejor para todos y no la fortuna de unos pocos.

No era otro el propósito de Moreno, Belgrano, Castelli, French y San Martín. Ellos ganaron las primeras batallas pero no pudieron evitar la guerra que engendrara monstruos. Castelli, mientras se muere enmudecido por un cáncer, garabatea esquelas y lee el futuro. Por mandato de la Junta elegida el 25 de mayo, intentó en los cerros del Alto Perú una inmensa Revolución. Liberó indios, predicó la trilogía tenaz de “libertad, igualdad, independencia”, fusiló mariscales torturadores y colonialistas empedernidos.

Castelli fue el brazo implacable del joven secretario Mariano Moreno que procuraba desde Buenos Aires forzar el rumbo de una Junta formada de apuro: En esos días de 1810 nace la esperanza de una aldea orgullosa que va en busca de su destino. Esos hombres tienen un ideal gigantesco: formar, de la nada, una nación moderna y solidaria, heredera a la vez de la Revolución Francesa y de la joven democracia norteamericana. Todos ellos se perderán en una tempestad de pasiones y desencuentros. En una década de guerras horrendas y proyectos inmensos, esos hombres pasarán a la historia nada más que por creerse sus sueños. Van a la muerte o al exilio por ellos y por el futuro. Escriben sus penas y ocultan sus amores. Creen que la historia está por hacerse y aceptan el desafío. En poco tiempo, el viento de la Argentina rebelde corre por el continente: es en nombre de Mayo que los esclavos se levantan y los pueblos aplastados reclaman justicia. Duró un instante, nada más, pero fue grandioso y vale la pena recordarlo más allá de la escaparapela en el pecho y la aburrida canción del colegio.

Ahora los héroes son estampas congeladas. Ya no rugen Moreno y Castelli, no se desmaya de hambre Belgrano en el campo de Tucumán, no enloquece French ni enfrenta San Martín el dilema de Guayaquil. Queda, apenas, la vanidad de un coraje perdido. Nada que evoque la pasión de aquellos fundadores que no amasaban plata sino ilusiones.

Sin embargo, por ridículo que parezca, todo está por hacerse. En alguna recóndita parte nuestra se enhebran los hilos invisibles de un sueño inconcluso. Otra libertad que no necesite de famosos cantando por televisión; una igualdad de oportunidades en la que no haya miseria ni ignorancia; una independencia que no signifique aislamiento ni odio. Una utópica nación de hombres honestos que haya pagado sus deudas con el pasado.


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domingo, 8 de mayo de 2011

Un Flaco como cualquier otro-J.P.Feinmann 31/05/2003

Un Flaco como cualquier otro

El Flaco se llama Néstor, como el Presidente. También podría decirse –sin faltar a la verdad– que el Flaco es el Presidente, porque el Flaco, desde el domingo 25 de mayo de 2003, es el Presidente de este país en que todos estamos y también él; nosotros como ciudadanos, él como Presidente. Pero cuando amaneció el 25 el Flaco todavía no era el Presidente. Le tenían que poner la banda, tenía que jurar, saludar a los granaderos, advertirles a los ministros que Dios y la Patria les iban a demandar algo que jamás le demandaron a nadie, así estamos. Entonces, volvemos: empieza el 25 y el Flaco todavía no es Presidente. Para colmo, le hicieron una trampa muy fea, tan fea como podía hacerla el Gran Tramposo, que se bajó del ballottage y lo bajó al Flaco del 70 por ciento al que, cómodo, llegaba. Porque el Flaco, además de Flaco, es alto, de modo que puede llegar al 70 por ciento y hubiera llegado si no fuera porque el Gran Tramposo, que, entre otras calamidades, es muy petiso, no se hubiera bajado, pero se bajó y no hay quién no sepa por qué, el Gran Tramposo se bajó porque cuando sus Amos le dicen “Suba”, él sube, y cuando le dicen “Baje”, él baja, y esta vez le tocó bajar. Tanto, que ya ni petiso es. Tanto, que lo enterraron. Porque de un petiso podrá decirse cualquier maldad menos una: que no ocupa algún espacio en la realidad, que un cacho del ser no le pertenece, por menguado que sea. Al Gran Tramposo, en cambio, nada, tanto lo bajaron que ya no se lo ve. Y creo que somos muchos los que queremos que siga así: ausente de la realidad durante algún tiempo. De aquí a la eternidad, digamos.
Volvemos al Flaco. Que, la sinceridad ante todo, no se había lucido durante la campaña electoral. Le decían mucho lo de Chirolita. Que Duhalde lo chiroleaba. Que era el Chirolita de Duhalde. Cosas así. Y el Flaco hablaba aquí, hablaba allá, hablaba donde podía, pero no lo escuchaban mucho. Para qué lo voy a escuchar al Flaco –pensaban todos–, si abre la boca y habla Duhalde, para eso lo escucho a Duhalde, que, por suerte, habla poco, ya que la juega de Prócer Prescindente o de Presidente en Tránsito. Y uno no escuchaba a nadie, ni a Duhalde ni al Flaco. Sin embargo, el Flaco lo necesitaba a Duhalde (y seguramente lo sigue necesitando, pero ésta es otra cuestión) porque el Gran Jefe Bonaerense tenía lo único que restaba de un país que se llamaba Argentina, tan hecho polvo, tan amainado que sólo le restaba un aparato, el duhaldista. Y ahí se montó el Flaco, ahí puso el pie, encontró un pedazo de la realidad. Lo menos que se le puede pedir a la realidad –se dijo– es que exista, y aquí ya no existe nada. Están los piqueteros y los asambleístas, de acuerdo. Pero los asambleístas existen porque les dejaron de existir los ahorros, no bien vuelvan los ahorros se van los asambleístas. Y los piqueteros existen pero como pura negación, existen como expulsión, marginación, desechos de un podrido sistema que no puede integrarlos. Hacen lo que pueden y lo hacen bien, pero yo, piensa el Flaco, quiero ser Presidente y ver si desde ahí puedo hacer algo por traerlos de nuevo a ese viejo y venerable circuito que ya no existe, el de la producción. De modo que el Flaco se pregunta qué tiene y tiene dos cosas: el frío patagónico y el aparato de Duhalde. Llega con esas dos cosas. Se banca lo de Chirolita y empuja. Por fin, gana. Pero por descarte. Gana porque el Otro, el Gran Embaucador, se va. O sea, el Flaco, que llegó como Chirolita, que llegó por medio de Otro, del Gran Caudillo Bonaerense, gana por defección de Otro, del Gran Embaucador. No soy yo, se dice. Soy un resultado. Llegué por Otro y gané por Otro. Llegué porque Otro me hizo llegar y gané porque Otro decidió huir. Entonces, en esta feroz encrucijada, el Flaco toma la decisión de su vida. Decide inventarse. Sabe, como el hombre sartreano, que es nada. Pero sabe que esa nada le abre el infinito, la tarea vertiginosa de ser sus posibilidades, de elegirse, de darse el ser. El Flaco, entonces, inventa al Flaco. (Que nadie crea, en este punto, que lareferencia a la ontología de Sartre es casual, que surgió porque sí. No, el Flaco es sartreano. Lo es, ante todo, porque tiene que inventarse, elegir, y, eligiéndose, darse el ser. Y también es, el Flaco, sartreano, porque como el Gran Virola francés, el Flaco es el Gran Virola argentino. Se le pianta un ojo. El mismo que al autor de la Crítica de la razón dialéctica, el derecho. Suele creerse que esto es un defecto, una carencia. Pero no, el Virola ve más que el pobre tipo que tiene los dos ojos para el mismo lado. El Virola, con un ojo, ve el Todo. Y con el Otro ve lo que el Todo tiene al Costado. O sea, ve el Todo y su Costado. Que alguien diga si puede ver tanto. Privilegio de pocos ver todo eso, ver el Todo y el Costado. Privilegio de grandes. Como Sartre. Como el Flaco.)
¿En qué momento empieza a inventarse, a crearse, a darse el ser el Flaco? Cuando el Gran Embaucador renuncia. Ahí se pone frente a un micrófono y dice: “Sólo este rostro nos faltaba conocerle: el de la cobardía”. Caramba, qué frase. Algo así no sale del aparato duhaldista. Los aparatos dan muchas cosas. Poder, por ejemplo. Pero no inteligencia, que es, siempre, más que el poder, ya que es su creación y no su mera acumulación burocrática. Después el Flaco va al programa de la Señora que Almuerza. Y la Señora que Almuerza le dice eso tan feo, lo del zurdaje que se viene. Y el Flaco le dice Señora, por esa frase, Señora, murieron treinta mil personas en este país. Y todos empiezan a decir El Flaco es Zurdo, qué Zurdo es el Flaco, qué Zurdaje se viene, cuánta razón tiene la Señora. Pero el Flaco sigue. Es posible conjeturar, aquí, que el Flaco está acostumbrado a que le digan zurdo.
Ahora es el 25. Y el Flaco hizo venir a cada gente, vea. Gente que, pongamos por caso, si ganaba López Murphy, no venía. Pero ganó el Flaco y vinieron. Fidel, Chávez, Lula, un horror. Una verdadera acumulación de zurdaje. Pero el Flaco los quería tener porque es afecto a los buenos recuerdos y dijo, después, en el discurso, que tenía algunos, algunos buenos recuerdos, el de la plaza del 25 de mayo de 1973, por ejemplo, la de Cámpora, Allende y Dorticós. Y dijo pertenezco a una generación diezmada. Y ahí –los que todavía no se habían dado cuenta, se dieron cuenta para siempre– ¡el Flaco es un Flaco de la Jotapé! El Flaco es un Flaco del setenta. Un Flaco de la izquierda peronista. Y si no, vean esa foto que aparece en los diarios: el Flaco, más flaco que ahora, como declinando en una silla, los brazos cruzados, escucha a dos o tres barbudos, circa 1972, en Río Gallegos, y los dos o tres barbudos son la imagen de la subversión, son perucas de izquierda de los más bravos, y por ahí el único que queda de esa foto es el Flaco, que los mira y aprende, y cree que del peronismo puede salir algo así como el socialismo, mirá vos las cosas en que creía el Flaco, si habrá sido joven, si habrá sido gil, creer eso, creer eso en lo que creyó la generación más revolucionaria de la historia de este país, la más castigada, la diezmada, como dijo el Flaco. Creer eso, creer que de un movimiento político con un general nazi a su frente podía salir la lucha de clases y la liberación nacional. Pero hay que comprender: el Flaco, en esos años, no leía a Uki Goñi sino a Fanon, a Cooke, a Jauretche, a Hernández Arregui. Y hasta, me juego, el Flaco leía la revista Envido, la única revista teórica que hizo la izquierda peronista, escrita, desde adentro, por flacos de la misma edad que el flaco, que eran, en ese entonces, tan flacos como él, y tan jóvenes y tan apasionados. Que eran, sin más, la izquierda peronista. Reducida después –por el canallismo ideológico de tantos canallas– a la mera historia de los Montoneros, y luego a la mera historia de Firmenich y Galimberti. Y luego al desprestigio y a la despolitización. Porque todos lloran por los desaparecidos pero olvidan en qué creyeron y por qué.
Y por fin, el domingo, el Flaco gana por goleada. Se come la cancha. Se mete a la gente en el bolsillo. Se hace querer. Se crea a sí mismo. Es un flaco como cualquier otro. Cruza hacia el Congreso. Jura. Juega con el bastón. Tiene el saco desabrochado. Y ahí está Lula. Y Castro. Y Chávez. Y el Flaco está feliz. Y con un ojo los mira a todos. Y con el otro, con el sartreano, de costadito la mira a Cristina.





El Observa

martes, 3 de mayo de 2011

CARTA ABIERTA por Norberto Galasso Junio/2009


CARTA ABIERTA por Norberto Galasso

Estimado compatriota:
Yo sé que a usted no lo van a engañar ni los diarios, ni la pantalla televisiva, ni las radios manejadas por poderosos grupos económicos. Sé también que está informado que De Narváez gasta $ 867.000 por día en su campaña electoral y además, tengo la certeza de que a usted no le convencen “los versos” que pregona la mayoría de los políticos en declinación. (También usted advirtió seguramente que el abogado defensor de Narváez en el caso de la efedrina es Mariano Cúneo Libarona, quien casualmente es el penalista que defiende a Menem en los juicios por sus negociados). Cómo no lo va a saber si usted pertenece a la clase media de la ciudad de Buenos Aires que lee diarios y mira noticiosos televisivos.
Le escribo estas líneas porque sé también que a usted le molestan algunas cosas del kirchnerismo, o muchas.
Le confieso que también a mí me dejan insatisfecho algunos aspectos de esta gestión.
Se lo repito, aunque estoy seguro que usted sabe bien quiénes son “los otros”: los peronistas Menem y Duhalde, los radicales que estuvieron con De La Rúa, el gran consorcio empresario de los Macri y el multimillonario que encubre las aspiraciones de Duhalde pues, como usted sabe, De Narváez no puede ser presidente porque no es argentino nativo. Y hasta algunos “videlistas” como la “procesista” Cecilia Pando, fervorosa representante de los represores y admiradora de Duhalde, es decir, de De Narváez.
Usted los recuerda tan bien como yo, seguramente.
Son los que quieren volver a la Corte Suprema en manos de jueces corruptos como en el 2000, a las humillaciones de la Argentina sometida a “relaciones carnales” con Estados Unidos como en 1998 y subordinada a los planes recesivos del Fondo Monetario Internacional, así como al incesante crecimiento de la Deuda Externa, con Cavallo y compañía.
Usted se acuerda, ¿no es cierto? Seguro que sí: cómo subía todos los días el “riesgo país” y los intereses y el saqueo... Quieren volver a entregar a los financistas especuladores el manejo de los aportes jubilatorios de todos nosotros, volver a la libre importación que destruyó gran parte de nuestra industria y provocó la desocupación, de donde surgió la delincuencia y la inseguridad que todavía sufrimos.
¡Cómo no se va a acordar!
Usted, comerciante minorista que estaba la mayor parte del día con los brazos cruzados esperando clientes que no llegaban en aquella época desgraciada, usted, joven con inquietudes, que estuvo tentado de sumarse a las colas ante las embajadas de España e Italia, junto a tantos amigos que veían cerrados sus horizontes en nuestro país. Y usted, víctima de los negociados de Menem, que llegó a explotar un cuartel para que no se pudieran contar las armas que se habían vendido ilegalmente o estafado por De La Rúa, “el moralista” De La Rúa, que sobornó a los senadores para sancionar la ley de flexibilidad laboral. ¿Se acuerda de esa ley? ¿Se acuerda de los contratos basura? ¿Acaso olvidó que cuando la casa se incendiaba De La Rúa decía por T.V. que le preocupaba la posible extinción de la merluza?
Todos esos son los responsables de aquella Argentina hundida en el fango, en la miseria y la corrupción... y de los cinco presidentes en una semana, ¿se acuerda? Y del “corralito” y “el corralón”, cuando tuvimos que salir a la calle, con las cacerolas, reclamando “que se vayan todos”.
¡No me diga que no se acuerda!
Búsquelos en las listas de la oposición.

Algunos aparecen, otros están escondidos detrás de Narváez y de Michetti, mientras Menem y Duhalde ya se frotan las manos pensando que algunos confundidos van a votar a sus títeres y hasta los amigos de De la Rúa se preparan para rebajar, de nuevo, sueldos y jubilaciones, como en aquella época, cuando López Murphy proponía arreglar la situación económica rebajando a la mitad el presupuesto de educación y salud.
¿No me diga que se olvidó? No puedo creerlo.

Aquello no va más y usted lo sabe.

No lo van a engañar con las pavadas de si Cristina cambia o no de cartera todos los días o si Kirchner vocifera en vez de persuadir.
A ellos les molesta el gobierno por sus aciertos y no por sus errores, y prometen una Argentina venturosa, cuando tienen el proyecto de hacernos volver a los 90.
Porque aquí, mi amigo, se están jugando cosas mucho más importantes que las chicanas que maneja la oposición, precisamente porque no puede desnudar públicamente su proyecto de regreso al pasado: que si el gobierno no hace reuniones de gabinete, que si Néstor influye sobre Cristina y otras “zonceras” en las cuales usted y yo no podemos detenernos cuando la cuestión central reside en cómo nos defendemos de la crisis mundial que va alejar de nuevo a los clientes de los comercios, que va a cerrar de nuevo los horizontes de los jóvenes si vuelven aquellos que fueron responsables de que la Argentina estallara en el 2001.
Con algunas caritas nuevas -juveniles porque tienen tatuaje- ellos quieren tapar su proyecto nefasto: por eso no se sabe si son estatistas o no, si son fondomonetaristas o no, si son latinoamericanistas o no, ni siquiera si son democráticos o no, porque lo que son es el pasado, aquel que usted y yo vivimos, desde el 74 hasta el 2003, cuando ellos gobernaban a favor de los grandes consorcios, de los grandes bancos, destruyendo al país.
Usted sabe, porque está informado, que desde el 2003 se ha bajado la desocupación y ha crecido el Producto Bruto como nunca en nuestra historia y que se vive mejor, aunque el conflicto con el campo desató inflación –más allá de que el INDEC intentase ocultarla- pero que ahora está más o menos controlada.
Usted sabe también, porque no es zonzo, que la Sociedad Rural no salió jamás, en toda su historia ,ni tampoco ahora, a defender la democracia y el bienestar del pueblo, sino a proteger sus vacas y sus reproductores que valen millones, así como sus cuentas bancarias en el país y en el extranjero, que se trata de un reducido grupo de grandes terratenientes y sojeros a quienes sólo les interesa exportar y cuanto menos coman los argentinos, mejor, porque hay más mercadería para vender afuera, mientras tienen a los peones “en negro” y de pata al suelo. .
Yo sé que usted entiende todo esto, pero le doy esta alerta porque, después, los males los pagamos todos. Y también le advierto que no conviene jugar al divisionismo, votando a una supuesta izquierda sin chance alguna, la cual -restándole votos al gobierno- beneficia a esa derecha reaccionaria que gobernó casi siempre en la Argentina.
Usted sabe bien que tenemos que terminar con la necedad De La Rúa y la viveza de Menem y Duhalde. Y también sabe que todos queremos un país mejor para nuestros hijos y nuestros nietos, pero los que destruyeron lo que íbamos construyendo, vienen ahora con “el verso” de un mundo mejor cuando siempre fueron la expresión de un mundo peor.
No nos mejorarán, por el contrario, nos destruirán otra vez.

Este gobierno, con sus limitaciones, y desaciertos, abre sin embargo un camino.
Apóyelo por su aciertos, sin por eso dejar de criticar sus errores, y empújelo hacia las transformaciones necesarias que urgen en nuestra Argentina.

Hay lo que hay, estimado amigo, y de todo lo que hay, no vote por el pasado.

Yo sé que usted no va a jugar con fuego: porque ya otras veces ha sucedido que por creer que se vota lo mejor, se destruye lo que es más o menos bueno y volvemos a lo que es decididamente muy malo.
En sus manos está el destino de la Argentina. Estoy seguro que lo comprende
Sería catastrófico que si se equivocan muchos, en el futuro tengamos que llorar juntos.


El Observa

miércoles, 27 de abril de 2011

Aseveraciones lógico-políticas José P. Feinmann 28/10/2010

Notable contratapa de Pagina 12 a 2 días de la muerte de Nestor Kichner, escrita por el gran José Pablo Feinmann, en las cuales en algunas me animo a disentir, en las que habla del pasado, pero en referencia al presente y al futuro concuerdo totalmente.

Aseveraciones lógico-políticas

1. Néstor Kirchner no era Perón. 1.1. Perón dejó como sucesores a una Presidenta inepta y a un criminal paranoico. 1.2. Néstor Kirchner compartió su vida y deslizó la presidencia en manos de un valioso cuadro político, de una mujer fogueada y hecha en la gran política. De una mujer de excepcional inteligencia. Se me perdonará esto: pero estudié la carrera de Filosofía y ahí recibí mi título. Dediqué mi vida a la filosofía y a la literatura. Sé cuándo alguien sabe pensar. Ningún presidente de la historia argentina pensó con el rigor y la inteligencia de Cristina Fernández.

2. Perón, al regresar, dedicó sus mayores afanes a perseguir y aniquilar a los jóvenes del peronismo, armados o no. Evidentemente el padre Mugica, asesinado por Rodolfo Almirón de la Triple A, organización construida a la vista (aprobatoria) de Perón, no era un hombre armado ni clandestino. (Menos aún lo mataron los Montoneros, como dicen algunos pérfidos que buscan aliviar las culpas de la Triple A. ¡Valiente tarea, qué cercanos se sentirán a ella!) Tampoco lo era Enrique Grynberg, que manejaba un Ateneo en Saavedra. A Kirchner la muerte lo sorprende en pleno diálogo con la juventud. En plena construcción de una de las cosas que hoy más necesita el justicialismo: la construcción de la militancia territorial. 2.1. Cuando murió Perón, el establishment se asustó, y mucho. Porque el tercer Perón era un guerrero del establishment que, para beneficio y alegría de ese sector con el que tan bien negoció, le estaba haciendo la tarea sucia. 2.2. Con Néstor Kirchner, buena parte del establishment y las clases altas y las clases medias altas festejan jubilosos. Hubo censistas que ya hoy llegaron a casas que estaban con las puertas abiertas y festejando. En muchos hogares, hoy, ya hoy, con el cadáver del ex presidente aún tibio, se festejó con champagne. 2.3. Seguramente también en muchas editoriales. Se podrían dar nombres, pero no es el momento y –además– todos los conocen.

3. El vicepresidente de Perón era su esposa, sumisa, a él y al monje umbandista Daniel, asesinos ambos. La sucesora y compañera de vida de Kirchner es Cristina Fernández. Su vicepresidente es un traidor y ayer le añadió a la traición la mentira, que son hermanas de sangre, que van juntas porque traicionar es mentir y gravemente. Tuvo ayer el exasperado caradurismo de decir que había muerto un gran presidente. ¿Por qué le clavaste un cuchillo en la espalda al proyecto de un gran presidente, Cobos? ¿También esa crueldad, esa torpeza, esa traición al país le hiciste? 3.1. Cristina Fernández es de esos seres humanos que se agrandan ante la adversidad. La verán llorar. ¿Cómo no va a llorar al compañero de una vida? Y como una mujer. O como cualquiera. Cualquier ser sensible lloraría en una circunstancia semejante. Yo, ni lo duden. Lágrimas lacerantes. Pero Cristina es notoriamente fuerte. La desdicha le dará poder. La desdicha la hará todavía más dura en la lucha. No festejen tanto, señores. Acaso ni sospechen lo que tendrán que enfrentar de aquí en más. Por otra parte, si Cristina (se decía insistentemente) carecía de carisma, conseguía adhesiones por su inteligencia pero no por su ternura o por su feminidad o lo que sea. (No creo en esto, pero aceptémoslo.) Ahora, el pueblo verá en ella a la mujer que se quedó sin su hombre. A la mujer sola. A la que sola se las tiene que arreglar. A la que hay que seguir, querer y respaldar para que el país conserve su rumbo. “No se nos puede quebrar”, dirán muchos. “Pobre, qué mala suerte. Perder a un marido tan joven. Tan necesario para ella. Un marido al que tanto quería.” Lloverán las flores y las adhesiones emocionales. Pero hay que transformarlas en militancia.
3.2. Hoy, más que nunca, la militancia juvenil tiene un papel esencial. Al que aparezca con alguna teoría que recuerde a la lucha armada y al foco insurreccional de los ’70 échenlo a patadas. Esas posiciones llevaron a la muerte a una generación entera de militantes a lo largo y a lo ancho de América latina. La lucha militante (la única) es de superficie, de cara al sol, como quería morir José Martí y también como quería vivir y vivió (era porque sabía la belleza de vivir de cara al sol que así quería morir). De cara al sol significa: nada de clandestinidad, nada de armas, se triunfa cuando se transforma el número en fuerza, pero no en fuerza armada. En fuerza militante, territorial, cuando se habla con la gente, cuando hay un proyecto para ser comunicado, un proyecto que convenza al militante y le dé fuerzas para convencer a los demás. Lo esencial del proyecto sigue siendo: la unidad de América latina (el Mercosur, no el ALCA). El fortalecimiento del Estado para que defienda a los débiles ante la voracidad de los monopolios. La diseminación de lo mediático. Lo que significa –tanto aquí como en Estados Unidos y en cualquier país que luche por la democracia de la información– muchas voces que hablen, que tomen la palabra, que informen diferenciadamente si es necesario de la uniformización de la palabra de la unicidad monopólica, que informa desde una sola verdad, la propia. O sea, no informa. Difunde sus intereses. El Banco Central para los intereses argentinos. Orgullo y poder y ni un atisbo de sometimiento ante el FMI y cualquier entidad de la prepotente banca extranjera que busque utilizar al país en la timba de sus intereses. Diálogo a fondo con todos los que quieran dialogar. Unidad nacional en medio de la diversidad. Que esa diversidad no se transforme en antagonismo. O, al menos, que exprese el razonable disenso de la democracia. Basta de odios. Basta de libracos difamatorios. Basta de tapas insultantes. Respeto de las Madres y a las Abuelas de la Plaza de Mayo, que nadie más tenga la inmoralidad de siquiera sugerir que una mujer como Estela de Carlotto (que recuperó para la vida verdadera 102 nietos apropiados por el poder desaparecedor) sea tildada desde una revista hipercomercial de hacer lobby para ganarse el Premio Nobel. Esa es una mentira y una falta de respeto. ¿Rescataron ustedes 102 niños? ¿Qué hicieron ustedes además de querer vender revistas a cualquier precio, aun al precio vil de injuriar a las Abuelas de Plaza de Mayo y a Estela de Carlotto?
3.3. Cristina Fernández no queda sola. Tiene a su alrededor cuadros de gran valía. De gran inteligencia. Voy a dar algunos (sólo algunos nombres): Juan Manuel Abal Medina (h), Marcos Zanini (¡vamos, negro!, ¡respalde a la Presidenta con todo lo que usted tiene y sabe: lucidez política amasada a lo largo de años y polenta), Daniel Filmus, brillante intelectual, Aníbal Fernández, el político jauretchiano: nadie desde Jauretche usaba el humor en la política como él lo hace (y no me vengan con los chismes de letrina de lo que fue o lo que no fue: los hombres, en esta Argentina dramática, importan por lo que son y por lo que hoy están dispuestos a hacer). Y muchos más. Y todos los pibes, que cada vez son más. Y que –contrariamente a lo que les ocurría a los jóvenes desde el ’80 hasta el 2000– hoy le encuentran un sentido a su vida en la militancia, en la política.

4. Todo esto y más también tiene usted, Presidenta, para gobernar este país y llevarlo a buen puerto. No es poco. Eso, unido a su talento, a su fortaleza duplicada por la mala mano que Dios (que, de argentino, disculpen, pero: nada) otra vez nos ha dado, le otorgará a los que ya la apoyaban y a los que de aquí en más verán que apoyarla es la única salida para el país y que, por otra parte, usted lo merece, la decisión de estar a su lado, en esta hora amarga pero también en esta impecable coyuntura en que los bravos, los que no bajan los brazos, los que no se dejan vencer por las adversidades que el destino siempre trae, duplicarán sus fuerzas para tratar, al menos, de estar a la altura de las suyas.




El Observa

martes, 26 de abril de 2011

Con la coma Eduardo Aliverti 1/11/2010

Dolor y festejo, salvo alguna excepción, vienen a ser como antónimos perfectos. Pero no es tan obvio que tampoco son iguales la consternación y el dolor, aunque suenen parecidos. A estos dos últimos términos volvió a usárselos casi como sinónimos. Y la diferencia entre uno y otro, más allá de precisiones semánticas, es muy importante para juzgar una de las reacciones, tal vez inesperada, ante el impacto que produce el muerto.

El dolor es patrimonio de los que sienten que con este modelo recuperaron, ante todo, antes que absolutamente nada, la posibilidad de creer en la política como un instrumento que puede servir para mejorarnos la vida, y no siempre para jodérnosla. Que hay dirigentes políticos que no viven para cagar al pueblo. Cabe interrogarse por la influencia que habrá tenido, en esta notable muestra masiva de dolor, el hecho de que Kirchner no haya parado un segundo a pesar de su salud debilitada. Todos los que, en público, le pedían que frenara, le exigían en verdad que dejara de confrontar. Porque si lo hacía, podían recortar aquello en que los afectaba. Mucho o poco, los jodía que Kirchner no parara. El tipo, como cualquiera, andaba sin detenerse por una pulsión vivencial. Vaya uno a saber cuánto de consciente era en torno de que, si no regulaba la máquina, la muerte próxima sería inevitable, o al menos una probabilidad. Pero, ¿a cambio de qué parar la máquina? ¿De dejar de ser? ¿De pasar por la vida, en vez de vivirla como a él le gustaba? La primera impresión e incluso bastante después ante la noticia de su deceso, coincidamos, fue incredulidad. ¿Por qué, si se conocía que estaba mal? Porque al líder, al referente, al conductor, en primer término no se lo imagina muerto y, después y por eso mismo, no se quiere que se detenga. Y si cumple con eso, con lo que se quiere de él, al cabo no interesa si dio la vida por su pueblo o por él mismo. Lo que importa es lo que uno quiere imaginar que hizo. Pero para eso, pequeño detalle, debe haber pasado que lo que hizo benefició a mucha gente, porque de lo contrario esa gente ni siquiera se toma el trabajo de imaginar nada. Es eso de que la memoria no consiste en lo que pasó, sino en lo que se construye de lo ocurrido. Y se construye por la necesidad de creer; que en política, para el caso, significa creer que esa necesidad fue satisfecha en buena medida. ¿A qué salió a la calle y fue a la Rosada, dolorida pero efervescente, semejante multitud? ¿A qué, nutrida por tanta gente humilde, y tantos pendejos golpeándose el corazón y surgidos desde lo que se creía la nada misma dejada por el menemato, y tanto oficinista que gana dos mangos y hasta una izquierda que sin venir del palo estaba segura de que debía estar ahí? ¿A qué, que no sea que además de lo habido hay un por haber sólo canalizable en la realidad de agarrarse de este piso? El festejo es más detectable aun. Festejan la Rural, los grandes medios, Carrió, el Episcopado, Duhalde, los genocidas, tanto ganso que llama a las radios, variados factores de poder, fachos de la clase mierda, etcéteras. Esos también son pulsión primaria en su festejo, porque, a poco que se detengan en examinar, se murió la figura que les concentraba el odio y el discurso único. Y entonces tienen dos problemas: de dónde diablos salió toda esta gente emocionada; y cómo se hace para seguir bardeando a una mujer sospechosa de no retroceder, pero encima con imagen, real o construida, de sola contra todos. Es decir: contra todos ellos. Y con tanto pibe que la banca.

Finalmente, la consternación. El “¿y ahora?”, que se escuchó por tantas vías. Hay lo especulativo de quienes tienen intereses concretos. Kirchner, quedó dicho, era el gran ordenador de la oposición, en todas sus vertientes. Su iracundia, sus provocaciones, si se quiere sus excesos, amalgamaban a la contra porque fue él, Kirchner, quien instituyó esa suerte de “péguenme, cuanto más, mejor, porque me hacen más fuerte”. Si Cristina era y es la jefa de Estado, él era, sin la más mínima duda, el jefe político. El era el barro. Era la tensión con el sindicalismo pesado, el que maniobraba con los barones mafiosos del Gran Buenos Aires, el que operaba, el ministro de Economía, el que les ponía los puntos a los generales y coroneles del establishment. En la división de tareas de la férrea sociedad política del matrimonio, la fortaleza Cristina se ocupaba de bajar las grandes líneas discursivas con una oratoria impactante. Pero el barro era él, y ahora hay que ver quién lo cubre: no necesariamente porque ella no sabría cómo hacerlo, sino porque no puede, ni debe, atender todos los frentes. De modo que el Poder –una parte del Poder– se quedó momentáneamente sin el gran interlocutor con quien trabarse en combate. Y con la mujer, esa mujer, erigida en amazona solitaria. La cosa es que tal idea de desamparo no cruza solamente al nivel dirigencial opositor. Alcanza también a los que, consternados pero desde la planicie, pasaron a preguntarse quién ordena la mugre de aquí en más. Mal o bien, lo hacía Kirchner y, tanto que lo putearon los incontinentes del “dónde iremos a parar”, resulta que él garantizaba la “gobernabilidad” desde el fango. El enorme desafío de Cristina es encontrar el reemplazo de esa administración del lodo, porque con todo no va a poder. Y acaban de debutar, consternados, ante la muerte, los dudosos de si esto no será aunque sea lo menos malo frente a la impresentabilidad de la oposición.

Si es por interrogantes y ante la impresionante manifestación popular frente al muerto, algunos deberían preguntarse por qué no habrán cumplido su farsesca palabra de retirarse para siempre de la política. Algunos deberían preguntarse por toda la militancia que les falta, antes de siquiera soñar que el pueblo llorará por ellos. Algunos deberían preguntarse si acaso no es hora de sumar con honestidad ideológica a la espectacularidad de la política real, y no a la política de la espectacularidad. Algunos deberían preguntarse si no es mejor no dejar un solo resquicio más, para liquidar la sospecha de que pueden ser la gran candidatura blanca. Algunos deberían preguntarse si no les queda algún rincón para la incertidumbre, cuando resulta que ante el muerto rindió homenaje tanto mundo del mundo del que según los grandes medios estábamos aislados. Algunos deberían preguntarse si les conviene persistir en su presentación como única salida posible y revolucionaria, al comprobar que tantos pibes movilizados prefieren militar y conmoverse con otra esperanza. Los momentos dramáticos sirven para medir la capacidad de no quedar en el lado equivocado.

Casi ayer, hace menos de diez años, esta sociedad salía a la calle con aquella clamorosa exigencia de que se fueran todos. Todos. Que no quedara ni uno solo. Hoy, mucha de esa misma sociedad volvió a las calles a llorar que se fue un político en plena actividad. Y a darle fuerza a una Presidenta. Se piense como se piense acerca de este Gobierno, nadie puede rebatir seriamente que el salto entre una y otra situación supone una mejora general de expectativas populares.

“Estoy azorada”, decía el viernes una oyente radiofónica. “Hasta el miércoles estábamos todos de acuerdo en que la inflación es un desastre, y en que ya no damos más con la inseguridad, y en que había que cuidarse hasta en el censo. Y resulta que ahora salen esta multitud y todos estos pibes a defender al Gobierno.” Ese mensaje, seguramente, es representativo de los tantos que acaban de descubrir que el país de Clarín & Cía. no es el único.

Chau, Kirchner. Pero chau así, únicamente con coma. Porque sin coma es de los miserables que estaban apurados por que te murieras. Sin coma es de esa gente que debe estar cayendo en la cuenta de que está en problemas, vista toda la otra gente que salió y dijo lo que dijo: ni un paso atrás.



El Observa

domingo, 24 de abril de 2011

Los muertos que vos matáis - Eduardo Aliverti 28-10-2010

En homenaje al medio año de la desaparición física de ese gran cuadro político que es Nestor Kichner, me parece que este post necesitaba de este articulo publicado por Pagina 12 a las 48 hs. de su muerte escrito por Eduardo Aliverti.

Los muertos que vos matáis

Por Eduardo Aliverti
No quiero escribir desde el resentimiento, aunque siento que, en realidad, el verdadero rencor es el de aquellos a cuyo cinismo apuntará. Algunas cosas hay que sacarlas bien de adentro bajo pena de traicionarse a sí mismo si acaso, por razones de ¿elegancia? periodística, de ser modesto con los conceptos en horas de dolor y de respeto, se las guarda. Supongo, además, que varios de los conceptos a verter serán parecidos y hasta idénticos a muchos de los que acompañan las opiniones de esta edición. Mejor. Uno se sentirá reforzado con la gente, los colegas de este diario, y otros, que piensan igual o muy parecido y habrán escrito en consecuencia. En momentos como éstos, lo que justamente hace falta es juntarse más que nunca con la gente que piensa y dice y pregona como uno. Ayer, a muy poco de conocerse la noticia, me tocó encabezar la transmisión especial de AM 750. Muchos testimonios, mucho oyente, mucho correo, muchas sensaciones. Uno tiene en esto demasiados años de entrenamiento auditivo, de saber reconocer las entrelíneas de las declaraciones, de descubrir qué hay detrás de los tonos de voz y hasta de cada inflexión. Y entonces percibe, registra enseguida, no se le escapan ni las respiraciones. Percató en consecuencia la angustia auténtica de la gente común que llamaba a la radio; la que conforma lo definible desde hace un tiempo como la “minoría intensa” de la sociedad, contra la presunta mayoría invertebrada que está festejando la muerte de Kirchner. Sin embargo, a la par llamó la atención de quien firma la cantidad de llamados del tipo “no soy peronista, no soy kirchnerista, no quiero a este gobierno, pero...”. Ese pero. Ay, ese pero. Cuánto que hay en ese pero de “me parece que me di cuenta ahora, con la muerte, de que no hay nada real mejor que esto, por más que no me guste”.

Sea así o más o menos así, esa gente, esos peros, se sintieron legítimos, audaces, compungidos. Atención con esa tomada de nota de que ahora se corre peligro de retroceder, tanto que lo putearon. No tengo cómo justificar la elevación de los llamados a una radio a la categoría de sondeo representativo... salvo por eso del oído entrenado, de la medición automática de percepciones. Y también como quiera que sea, en cualquier caso es mucha gente con una honestidad intelectual, o sentimental, infinitamente mayores que las disfrazadas por los temporarios acomodaticios de las condolencias. Cobos, traidor, capaz de decir que se nos fue un gran líder. Andate Cobos, por favor. Andate. Pero no del Gobierno del que formás parte a la vez de denostarlo. Andate a tu casa, directamente. Por un instante de tu vida tené mínima conciencia del ridículo. Sólo eso, Cobos. Sólo eso. Vos y todos los demás que ahora descubrieron en Kirchner al tipo que llevaba la política en la sangre, al militante tiempo completo, al apasionado que deja un vacío enorme, al hombre de convicciones. Vos y todos los demás que hasta las 10 de la mañana de ayer definían esos flamantes méritos del muerto como la expresión del crispado que violentó a este país, del autoritario que nos volvió a las catacumbas de los ’70, del enajenado que nos lleva al caos institucional. Y vos, Van der Kooy, que a los veinte minutos de la muerte ya tenías subida tu columna gozosamente mal disimulada. Y vos, Fraga, Rosendo Fraga, asesor de Viola, del general Viola, del asesino Viola, que te permitiste elevar, con el muerto fresco, las condiciones a las que debe sumirse Cristina ahora que puede ejercer el Poder. Vos, Fraga, venís a cerrar el circuito que inauguró José Claudio Escribano, el mandamás de La Nación, cuando apenas asumido Kirchner en 2003 le puso en tapa el pliego de bajezas a que debía rendirse si quería completar el primer año de mandato: reacomodar las relaciones con el FMI, amnistiar a los milicos, romper con Cuba. Con Kirchner inaugurado, primer pliego. Con Kirchner muerto, también enseguida, el segundo: que Cristina se saque de encima a Moyano, a Moreno y a quien haga falta para demostrar que no es igual que el marido. Hasta un tipo de derechas como Federico Pinedo, pero con sensibilidad perceptiva –digamos que un caballero– le dijo al aire al suscripto “y, sí, es un poco apresurado el análisis”.

Pero no, no es apresurado. Son sus instintos más bajos, más pornográficos, de intereses de clase. Cabe reconocerles su impudicia explícita. E incluso prodigarles el reconocimiento de que además de ser así son inhábiles para solaparlo. Dejan todo más claro. Ese es, quizás y no importa si por convencimiento o por lectura especulativa de la realidad al cabo de 2001/2002, el legado más interesante y efectivo que deja Kirchner. Por las razones íntimas que fueran, partió aguas. Obligó a ponerse de un lado o de otro, cuando ya parecía imposible que la pasión política se reinstalara en la Argentina devastada de la rata. Más aun, por estas horas también se desnudan como de cocodrilo feroz las lágrimas y lamentos de quienes se allanaron a hacerle el juego a la derecha con chamuyo de izquierda cinematográfico-nacionalista. ¿Y por qué eso también es símbolo? Porque esa partida de aguas que significó y significa esta rara pero apasionante experiencia también compelió a que cada quien mostrara su vocación de poder. Algunos de la derecha explícita sacaron los tanques mediáticos, pero otros de la izquierda piripipí copiaron a Carrió, compararon a Kirchner con Menem y hace unas horas se manifiestan condolidos ¿de qué? ¿No es que eran iguales?

Por unas semanas como muchísimo, si es que se aguantan, el establishment más concentrado, el gorilaje recalcitrante y sus funcionales nac&pop se llamarán a silencio de expectación. Concluido el duelo de las buenas formas, medirán cuánto tiempo se requiere para que seguir atacando no se les vuelva boomerang. Tensarán que Cristina puede usufructuar, o que le serviría, la imagen de mujer enhiesta en medio de un drama de todo tipo, sola contra todos. Y encima, en medio de ese karma que los sigue regenteando: sus candidatos son horribles, no se les cae una idea alternativa convincente y están a años luz de potenciar a algún referente que demuestre capacidad de mando.

Si lo piensa bien, la derecha atraviesa un problema con la muerte de Kirchner: él venía a ser una suerte de reaseguro para continuar insistiendo contra el “aplastamiento de las instituciones”, el “clima de confrontación”, la “división de la sociedad” y todo el resto de pelotudeces tras cuyo parche se oculta, pésimamente, que no aguantan la afectación de emblemas con que sintieron tocados su alma y su culo. Y la de ciertos privilegios que manotearon sus bolsillos.

Ayer a la noche, el clima de congoja cedía lugar a una efervescencia, tan contenida como callejera, que detrás del dolor avisaba lo siguiente: si hay lugar de retrocesos en lo recuperado para los intereses populares, no les va a resultar fácil. La potencia política de Kirchner ya no estará, Cristina es candidata única y habrá que comprobar si su estoicismo aguanta la presión. Pero es irrebatible que queda una fuerza muy considerable que, cualesquiera sean los avatares electorales, no permitirá así nomás que se vuelva para atrás en ciertas conquistas que a la vuelta de la esquina eran extravíos utópicos.

En síntesis, eleven neo-pliegos de condiciones, festejen, gorileen, viven a las coronarias de Kirchner como antes a sus carótidas y al cáncer de Eva, supongan que se acabaron la ley de medios y que la yegua no debería soportar semejante tensión. Pero, por las dudas, uno les aconsejaría que adviertan la ya masa de gente joven politizada y movilizada y el número de los que se plantean lo que hay enfrente de lo que putean.


El Observa

domingo, 17 de abril de 2011

La Militancia según Ernesto Jauretche

Esto lo publico un cumpa en la red y me pareció muy bueno compartirlo

LA MILITANCIA según Ernesto Jauretche

Militante es aquel que intenta transformar el mundo con su ejemplo; sabe que decir lo que se piensa y hacer lo que dice es el arte mayor de una noble práctica política.

Su proceder está guiado por un precepto evangélico: luchar por la igualdad entre todos los seres humanos.

Su enorme tarea se inscribe en un paradigma fraterno: “ningún ciudadano se realiza en una Nación que no se realiza”.

La cultura de la solidaridad y el trabajo le marcan el norte de las utopías revolucionarias.

Arrastrando este sublime bagaje, caerá mil veces; encontrará energía en el servicio a sus semejantes y mil veces se levantará.

Su paso por la historia sólo está justificado si es capaz de honrar la vida: defender los derechos sociales y políticos de los desposeídos, y sostener a ultranza, poniendo el cuerpo si es preciso, una inquebrantable lealtad con el pueblo que le da su aliento.

Se apega a los principios éticos que hacen mejores a todos los humanos y ejerce las conductas morales escritas en la conciencia colectiva. Por eso el militante sólo existe como héroe colectivo; no puede expresarse como individuo sino dentro de LA MILITANCIA.

Hoy, cachuza, desperdigada y diezmada, esa tropa obstinada en escribir día a día la historia argentina vuelve a encontrar un rumbo y una esperanza. Hacen frente a un enemigo implacable: “la raza maldita de los explotadores” y sus mandaderos: los que tienen, siéndolo o no, “alma de oligarcas”.

Para defender el sueño de una patria justa, libre y soberana, soldados incansables de la igualdad, la libertad y la democracia alimentarán la llama inextinguible de nuestra pasión argentina.

El aluvión de la militancia popular se levantará otra vez como el batallón escogido de un ejército invencible: el de la clase trabajadora argentina.

El observa

viernes, 15 de abril de 2011

El Señor K., la multitud y el Estado - Jose P. Feinmann

Desde este Blog me interesa recrear el pensamiento de intelectuales nacionales y populares para que los mas jóvenes conozcan su pensamiento, hoy rescato esta contratapa de Pagina 12 escrita por el brillante Jose P. Feinmann a 2 meses de la Asunción de Nestor Kichner

El Señor K., la multitud y el Estado 26/07/2003

Ese apelativo kafkiano que se le ha adosado al Presidente debiera tener, creo, una relación más profunda que la de la simetría abecedaria. Si Kirchner se llama como se llama, es decir, Kirchner, no se requería demasiado ingenio para empezar a decirle “el señor K”, como Kafka (también “el señor K”) nombra al personaje de El Proceso. Si tuviéramos que encontrar una lectura fundamental de la literatura kafkiana sería la que sigue: cualquiera por cualquier cosa en cualquier momento puede ser integrado al bando, siempre en expansión, de las víctimas del Estado represivo burocrático. De ahí el comienzo de El Proceso: “Seguramente se había calumniado a Josef K., pues, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana”. El señor K. es presa del Estado, el Estado se lo apropia y no hay ninguna explicación para tal medida salvo la omnipotencia del Estado apropiador. Y aquí vemos la diferencia entre Josef K. y Néstor K., ya que, muy al contrario de Josef, el señor K., lejos de aparecer como una víctima del Estado, como alguien apropiado por un Estado apropiador, pareciera, increíble, sorpresivamente, haberse apropiado del Estado, haber saltado sobre él y haberlo puesto a funcionar en la dirección de sus proyectos. Así, en tanto Josef K. se nos presenta como una víctima del Estado, Néstor K. viene ostentado una pericia acaso vertiginosa para, lejos de ser oprimido-apropiado por el Estado, instrumentarlo en su beneficio y en el de ciertos proyectos políticos, demandas que pareciera haber leído en la llamada base real de la sociedad. Nada que ver Josef y Néstor. El primero vive al Estado como “orden infernal”, como “jaula de hierro”, como “maquinaria burocrática” o como “razón instrumental” al servicio de la dominación. (Leer, sin dilación alguna, la reciente novela de Noé Jitrik, Evaluador.) El segundo le ha pegado un zarpazo al monstruo burocrático (sometido al raquitismo durante la deconstructiva década del noventa, que diseminó, sin más, lo poquito de nación que nos restaba y lo rifó al capital financiero y se robo hasta el último de los vueltos) y se ha consagrado a demostrar que Estado, aunque poco, todavía hay. Y que uno de los proyectos de recuperación de este país es agrandarlo y terminar con el verso videlista-neoliberal de achicarlo para “agrandar la nación”. (A propósito: ¿qué nos quedó de “nación” luego de haber achicado durante 25 años al Estado?) Así las cosas, sorpresivamente, el surgimiento de Néstor K. introduce variantes en las primeras líneas de la novela de Kafka: “Seguramente se había calumniado al Estado argentino, pues, sin haber hecho nada malo, fue detenido una mañana”. Aquí el verbo “detener” significa que el Estado fue detenido, arrestado, arrojado a las mazmorras por los neoliberales de la linealidad dictadura-democracia. Pero “detener” tiene otro sentido, el sentido que inaugura el señor K.: “detener” el “achicamiento” del Estado, ya que es cierto que se había calumniado al Estado argentino culpándolo de todos los males de una sociedad que anhelaba la liberalidad absoluta para sus buenos negocios. Se lo calumnió y se lo fue arrastrando hacia el abismo. Aquí, el señor K., “detiene” al Estado. No lo vamos a tirar. No va a caer al abismo. Vamos a “detener” su deterioro absoluto y averiguaremos si todavía tiene algo que ver con la vieja y querible y necesaria idea de la recuperación de un espacio nacional, soberano, que se constituya en relación a los otros espacios nacionales que en América se han entregado a la aventura sin límites de darse el ser. Porque América Latina tiene, sencillamente, que volver al ser, hasta tal punto se había nihilizado por la avaricia y por el canallismo delincuencial de sus gobernantes “achicadores”.
Volvamos al señor K. ¿De dónde vino, cómo apareció, cómo se lanzó tan osadamente sobre el Estado? La cuestión es compleja. El señor K. es unhumilde político patagónico que ganó unas elecciones con el 22% del electorado. En más o menos dos meses de gobierno las encuestas le dan el 80%. No es un milagro. Hay una explicación y es, creo, transparente.
Los movimientos del 19 y 20 de diciembre de 2001 surgen y consagran modalidades políticas originales: la ocupación del espacio público, los cacerolazos, la organizatividad piquetera, el “que se vayan todos”. Un repudio profundo y agresivo hacia la clase política por saberla sometida al poder económico, testaferra de él y, por consiguiente, corrupta, envilecida por el dinero del capital desterritorializado. Ese que invierte aquí, invierte allá, invierte donde la tasa de ganancia es más elevada y sólo quiere que el dinero produzca más dinero. Es el capitalismo informático y posmoderno del Imperio. Arrasó con nuestro país. De esas jornadas de diciembre del 2001 surgieron las Asambleas Populares. Se unieron a los piqueteros. A los artistas. A los intelectuales. A la gente decente. A los que estaban hartos de la fiesta impúdica y depredadora. Durante el 2002 estos movimientos agonizan. Aparecen las teorías de John Holloway. Y aparecen Hardt y Negri (apoyados por Paolo Virno) con el concepto de “multitud”. Las Asambleas intentan ejercicios de democracia directa. “Este modelo democrático (habían escrito antes de todo esto H. y N.) es lo que Deleuze y Guattari llamaron un rizoma, una estructura en red no jerárquica y sin un centro” (Imperio, p. 278). Negri cree ver en nuestras Asambleas la realización de su concepto de “multitud”. Sea. Porque precisamente lo que no lograron las Asambleas fue lo que no logra el libro de H. y N.: transformar a la multitud en un sujeto político. Es, también, el problema actual de la filosofía: recuperar al sujeto, abandonar los juegos del lenguaje, recuperar la conciencia, la negación, la invención. Cito un formidable texto de Raúl Cerdeiras: “Si tuviera que hacer una crítica política esencial diría que Imperio renuncia a que la política sea del orden de la conciencia y la decisión subjetiva, que esté en el campo de la invención humana” (“Acontecimiento”, Nº 24). No obstante, pese a no haber resuelto sus problemas organizacionales, pese a no haberse constituido en sujeto político, las Asambleas, lo que surgió en el país en diciembre del 2001, es lo que está sosteniendo al señor K. en este momento. Digámoslo así: el señor K. es un emergente externo de diciembre del 2001. Sé que es excesivamente paradójico hablar de un emergente externo. Pero no. Porque aunque el señor K. no “emerge” de ahí, actúa, no obstante, como un emergente, ya que se asume como intérprete de lo que la sociedad expresó en ese momento. Ocurrió lo imprevisto. Ocurrió la política. La democracia directa no dio un liderazgo, acaso por esencia no pudiera darlo. El rizoma deleuziano –por su vocación horizontalista, por su abominación del pensamiento arborescente, por su postulación de varios centros y su desdén por lo Uno– no alcanza aún a hacer de la “multitud” un sujeto político con protagonismo direccionado. Surge, entonces, el “emergente externo”. Viene de “afuera”. Pero hace lo que pedían los de “adentro”. Y sabe que su poder –su único verdadero poder– es ése. En serio, no podemos no verlo: si hoy el señor K. tiene el 80% en las encuestas es porque se largó a hacer lo que la sociedad pidió a partir de diciembre de 2001. Si no, nada se entiende. No hay milagros, hay políticas. La organizatividad que (aún) la multitud no generó desde sí la asumió este inesperado patagónico que vino del frío y atrapó al Estado con las redes de los deseos de la multitud. Ahí está su poder. Con ese poder ya lo superó a Duhalde. Dejó atrás a todos los otros. Que se fueron, como pedían los asambleístas. Y llegó el protagonista inesperado, llegó de afuera y se metió adentro. Mi poder (se dijo) será ubicar en el centro del Estado los reclamos de las multitudes de ese diciembre de 2001. Hasta ahora es así.
Acaso (con alguna malignidad o desembozada sorna) se me acuse de “oficialista”. Caramba, qué injusto: yo no me volví oficialista, eloficialismo se volvió como yo. Es la primera vez que me pasa y también a muchos de los que forman ese 80% y ya andan diciendo: “Si este gobierno sigue así y lo empiezan a querer joder, salimos todos a la calle, eh”. Frase que revela –inapelablemente– que la multitud se está constituyendo en sujeto.



El Observa

viernes, 8 de abril de 2011

El enemigo principal-Norberto Galasso

La vigencia de este articulo escrito por una de las mentes mas brillantes del peronismo, el compañero Norberto Galasso fue escrito en febrero del 2009 en Pagina 12, y parece escrito ayer






EL ENEMIGO PRINCIPAL

En Página/12, el 17 de febrero último, el compañero Luis Brunati se suma a la polémica que venimos desarrollando acerca de si Proyecto Sur debe atacar frontalmente y con todo furor al Gobierno, considerándolo el enemigo principal, como lo está haciendo (Pino dice: “Kirchner es perverso”, “traidor”, “el Gobierno es antinacional y antipopular”, “Scalabrini Ortiz y Jauretche habrían visto con simpatía esta protesta rural”, “Scalabrini no estaría en Carta Abierta”, etc.) o si, en cambio, corresponde una crítica lateral, reconociendo aciertos –empujando, para profundizarlos– y señalando errores. Aquí reside el aspecto central de la discusión: quién es el enemigo principal, que ahora retoma Brunati.

Le contesto: lea el compañero Luis el diario La Nación, mire los noticiosos de TN, observe la perversidad de la casi totalidad del periodismo televisivo y la opinión de la casi totalidad de la dirigencia que aparece en “los medios” –ferozmente opositora al Gobierno– y se convencerá de que no puede coincidir con ellos. López Murphy, Carrió, Escribano, Grondona, la Mesa de Enlace agropecuaria, Longobardi y tantos otros saben bien quién es “el enemigo principal de ellos” y en este momento le apuntan agresivamente, con burlas y saña, al kirchnerismo. Por tanto, Luis, éste no puede ser, al mismo tiempo, el enemigo principal de Proyecto Sur.

Esta gente antinacional y antipopular pretendió “desgastar” al Gobierno, quiso voltearlo con un cacerolazo, logró debilitarlo con sus cortes de ruta, se apropió del cerebro de gran parte de los sectores medios reverdeciendo el gorilismo, apelando al racismo “anticabecita”, al machismo –incluso al “machismo de las mujeres”– ensañándose con Cristina y ahora intenta organizar algo parecido a la Unión Democrática, aunque en dos alas. Una, la liberal-oligárquica de Carrió –UCR en declinación conservadora, traidores como Cobos y hombres de paja del imperio como “el Bulldog”, con el aporte de la hija de Pepe Estensoro y la prepotencia aristocrática de una Bullrich Luro Pueyrredón, renegada de sus osadías juveniles. La otra, la monstruosa degeneración de un sector del peronismo, que retoma la línea menemista-duhaldista, con millonarios como De Narváez, oportunistas como Solá y el fantasma del viejo Pinedo resurrecto en su nieto. Todos ellos, juntos o separados, se esmeran por bajar el telón sobre la experiencia de Néstor y Cristina. A su vez, Fidel, Chávez, Lula, Evo y Correa no quieren que esto ocurra porque consideran a la pareja como compañeros del hundimiento del ALCA y de la necesaria reunificación de América latina con Banco del Sur, moneda latinoamericana y comité de defensa ante cualquier prepotencia imperialista.

De esto no hay duda alguna. Vos me decís en tu artículo que también son enemigos Bunge y Born, Urquía, la Aceitera General Deheza, Monsanto, etc., ¡qué duda cabe! Sólo que el diputado de Proyecto Sur votó a favor de esos intereses sojeros contra la Resolución 125 con el alborozo de La Nación, Clarín, Perfil y otros (lo menos que cabía era abstenerse). También mencionás a otros que, esos sí, hacen buenos negocios como las grandes empresas mineras y petroleras. No eludí este tema –como me criticás por mi nota anterior– ni lo eludo ahora. Digo que hay “amigos del poder”, efectivamente, como también los hay en todos los movimientos que algunos catedráticos llaman despectivamente “populistas”, incluso en el peronismo del ’45. Pero esos negocios no alcanzan para confundir los campos. Son suficientes sí, para señalar compromisos, contradicciones, concesiones del Gobierno. Por eso hay que empujarlo, movilizando al pueblo, para que profundice su política y adopte medidas audaces en esas áreas hoy sujetas al saqueo. Pero no podés caracterizar al Gobierno solamente por esta cuestión, como ocurría con radicales y nacionalistas que conspiraban contra Perón diciendo que entregaba el petróleo o no había nacionalizado la CADE. También te puedo recordar que Perón, seguramente a disgusto, llevó al balcón de la Rosada al asesino de Sandino. ¿Esta actitud tan criticable invalidaba las nacionalizaciones, el no ingreso al FMI, el más del 50 por ciento de la participación de los trabajadores en el ingreso y tantas otras cosas positivas? Evidentemente, no. Había que hacerse el distraído si se estaba dentro del peronismo o criticarlo lateralmente, sin dejar de reconocer el carácter nacional y popular del gobierno, si se estaba en la izquierda nacional (porque de la otra izquierda mejor no hablar). Fue también una concesión cuando el General encarceló a los exilados guatemaltecos del gobierno de Arbenz derrocado por los yanquis. De esta desgraciada medida algunos sacaron la conclusión de que el gobierno era proimperialista, lo recuerdo. Así actuó gente honesta, con grandes ilusiones y quimeras. Lenin también los soportó y los calificó como “el izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”. Como vos sabés, colaboraron para que llegaran los Rojas y Aramburu, quienes liberaron a los guatemaltecos, pero fusilaron a los trabajadores peronistas y dictaron el 4161 y todo lo demás.

En mi anterior artículo decía que me sorprende que compañeros de larga lucha en el peronismo no comprendan las vacilaciones de los gobiernos policlasistas, que también las tuvo el peronismo, aun en sus mejores momentos (Actas de Chapultepec, ¿te acordás?). También me sorprende que omitan los avances de este gobierno y algo tan caro al peronismo como son los derechos de los trabajadores. Porque ahora no sólo hubo disminución de la desocupación y recupero de las paritarias, sino que desde la Comisión parlamentaria de Legislación Laboral presidida por Héctor Recalde se recuperaron conquistas que el menemismo había destruido (sextuplicación del salario mínimo, vital y móvil, suspensión de despidos sin causa, derogación de la ley Banelco, prohibición de uso de banderas extranjeras en los buques para eludir la legislación laboral argentina, limitación a ocho horas de la jornada para peones rurales, modificación de la ley de pasantías, el “dubio pro operario” en juicios laborales, jueces laborales en materia de quiebras, etc.). Y esto no lo promueve “el enemigo principal”, sino el Frente para la Victoria.

Es correcto que Proyecto Sur critique, pero, por favor, no desde el campo del enemigo, no desde La Nación y Perfil, ni en los programas de los periodistas del imperio, que se solazan escuchando las críticas. Elogien lo elogiable y critiquen lo criticable, pero con sumo cuidado para no ser funcionales a la reacción. Crezcan, desarróllense, si pueden, cabalgando junto a lo mejor del Gobierno y cuando deban votar, no le den pasto al enemigo.

También ha salido al ruedo, por correo electrónico, otro dirigente y amigo, Mario Mazitelli, quien señala que la política del imperio es “la alternancia”. Según él, el imperialismo deja hacer al centroizquierda hoy, después en 2011 vendrá la centroderecha y así sucesivamente mientras Proyecto Sur –sostiene un militante honesto como Mario– construye el partido “para hacer la revolución social”. Este supuesto poder inmenso de los sectores dominantes previendo varios gobiernos y manejando a su gusto a todos los argentinos –menos a Proyecto Sur– me sorprende porque se sustenta en categorías liberales, como centroizquierda o centroderecha, que utilizan Morales Solá y sus congéneres. Creo, en cambio, que hay una cuestión nacional que divide a la sociedad en antiimperialistas y proimperialistas y una cuestión social que la divide en explotadores y explotados. Del ensamble de ambas cuestiones nace un proyecto de Liberación Nacional en marcha hacia el socialismo.

Pero esta polémica no la voy a seguir por dos motivos. La primera, porque la egolatría es mala consejera. Y esto de que la plana mayor de Proyecto Sur (sólo faltás vos, Carlitos del Frade, y espero que no lo hagas) se prodigue en discutir conmigo puede provocarme cierta vanidad y apartarme de aquello que aconsejaba Scalabrini: “Ser uno cualquiera que sabe que es uno cualquiera”. La segunda, porque aparecen quienes rebajan el nivel de la discusión, como un tal José Luis que por correo electrónico intenta descalificarme tratándome benévolamente de “anciano”. Como se comprende, a los 72, no estoy para coqueterías, pero si la calificación viene de Proyecto Sur les advierto que si yo soy anciano, Pino es seis meses más anciano que yo.

Pero no es así, Pino, vos y yo sabemos que no somos viejos. Ocurre simplemente –como decía Jauretche– que hace muchos años que somos jóvenes y mantenemos la juventud suficiente para polemizar acerca del destino de esta América latina que insoslayablemente va hacia la unidad y al socialismo. Y, por mi parte, bajo el telón sobre esta polémica, en la certeza de que tarde o temprano las duras luchas por la liberación nacional y social nos encontrarán a todos nosotros, otra vez juntos, en la misma vereda de siempre.